Ya ha llovido desde el fatídico 11-S, pero me temo que sus consecuencias nos acompañarán durante muchos años. La escalada de violencia en Oriente Medio y los recelos religiosos y étnicos han terminado por influirnos en lo económico. El barril de petróleo no hace más que subir, cosa que ha beneficiado a los paises exportadores de petróleo, si, pero también a las compañías petrolíferas que están haciendo su agosto a nuestra costa. Ahora al barril supera los 120 dólares, pero ya hay previsiones que auguran incluso que pueda alcanzar los 200. Aquí traslado el desastre humano a la ciudad en la que vivo, Barcelona. Una ficción que espero no se repita jamás en la realidad, ni en Barcelona ni en ninguna otra parte del mundo.
El otro día, por cierto, vi una película de las que beben de estos hechos históricos: "La sombra del reino". Sin ser una película redonda, me dejó buen sabor de boca porque al menos no sucumbe al patrioterismo made in USA (aunque algo sí que se trasciende) y nos hace reflexionar sobre lo que supone alimentar el odio y buscar venganza. Ojo por ojo y el mundo acabará ciego, como dijo Gandhi.
Cambio de registro, sigo con la ficción. La ficción de verme en tan buena forma y con tiempo para practicar deportes acuáticos.
Y por último, mi hija Marta os hará una fotito desde una postura de lo más cómoda.
Sonrían por favor.
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