Pobre Cristiano (lo de pobre, ganando tantos millones, suena raro), está triste y no quiere decirnos porqué. Sólo lo saben en su club.
Claro ejemplo de que el dinero no da la felicidad. Ni ser guapo. Ni ser buen jugador. Ni ligarse a una supermodelo rusa.
El principito está triste, que tendrá el principito...
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